PRIMAVERA Y ALERGIAS
Nuestra encantadora y hermosa primavera, verde y llena de flores, que de tener una buena sintonía con nuestro cuerpo, con nuestra alimentación, y con la madre Tierra, nos podría llenar de alegría en plenitud.

La alergia al polen es la reacción excesiva que se puede dar en el organismo en determinados casos frente al contacto o exposición que se puede dar con el polen de las plantas, cuando las plantas desempeñan la polinización en determinados tiempos del año.
Durante la estación primaveral son frecuentes los casos de alergia al polen porque se trata de la época del año en la que las plantas lo producen y lo esparcen a la atmósfera. Las plantas que pueden causar alergia son numerosas: gramíneas, olivo, acebuche, plátano, ciprés… etc.
El polen tiene un aspecto de polvo amarillento pero al dispersarse en el aire, no se ve. Al combinarse el polen con partículas químicas procedentes de la contaminación se crean compuestos más complejos contra los que reacciona el sistema inmunitario.
Durante la época primaveral, la alergia suele llegar acompañada de una serie de incómodos síntomas: picor en la nariz o en los ojos, moqueo con congestión nasal, rinitis, tos en golpes o tras haber realizado un esfuerzo, pitos al respirar, cansancio tras llevar a cabo ejercicios moderados, ahogo, enrojecimiento, lagrimeo o molestias a la luz.
Plantas con antihistaminicos naturales para nuestras alergias.
Los antihistamínicos químicos son los medicamentos más recetados para las dolencias de primavera relacionadas con alergias,
sin embargo existen muchos remedios caseros que cumplen su función y actúan con mucho éxito ante las alergias
como fiebre del heno y rinitis, entre los cuales las hierbas medicinales son las más elegidas , como:
- El LAUREL que es muy rico en propiedades antihistamínicas o antiinflamatorias naturales, recomendándose el consumo de 3 tazas de té diarias, 10 días antes del comienzo de la estación prolongando su consumo por 15 días, (después de la primer semana reducir a dos tazas diarias).
- La ortiga, cuyo secreto para combatir las reacciones alérgicas radica, en dos de sus componentes, los polisacáridos con propiedades antiinflamatorias, regualadores además, del sistema inmune; y la quercetina capaz de regualar funciones antitinflamatorias y de estabilizar la producción de mastocitos, que son los encargados de liberar la histamina, responsable de las reacciones alérgicas.
- Otras plantas como el sello de oro (raíz), ya usadas por los indios americanos entre ellos los cherokees y los iroquos, y luego traida a europa, en donde se vio su eficacia en rinitis alérgica, y fiebre del heno. Actualmente incluso se vende en capsula meaclado con áloe vera, y con el plantago, además de probióticos, para limpiar el intestino de una forma suave, liberándolo de mucosidades, y un exceso de bacterias, gases...etc., que favorecen las alergias. Los nutrientes para favorecer nuestro sistema inmunitario, se asimilan muchísimo mejor, con un intestino adecuado. Un buen intestino, y un buen sueño, son mucho más de la mitad de nuestra salud.
- Más Plantas usadas con muchísimo éxito en el herbolario para alergias son: la agrimonia, la perilla, el helicriso, la echinacea, la luffa, semilla de pomelo..., todas ellas tienen distintas presentaciones, en gotas, en sprays -el spray con lufa o perilla, etc. funcionan de maravilla utilizándolo bien a la noche un par de meses-, en plantas para infusión.
- Es buenísimo también los bañoscon sal marina pura y determinados aceites esenciales (3-4 gotas) o preparados para baños que limpian nuestros poros e nos ionizan eliminándonos la carga estática tan molesta especialmente en las ciudades por el tipo de vida, en donde llegamos a dar corriente como me cuenta algún cliente, produciéndonos un enorme cansancio entre otras cosas.
- El agua de eufrasia, caléndula, arandano... lavados con perejil, manzanilla, aciano... funcionan de maravilla en el picor, e irritación de ojos calmándoles por completo.
- Una receta dada las maravillosas personas mayores que nos visitan para la sinusitis y que hemos comprobado que funciona de maravilla, acompañada de algo de alimentación es la tortilla con huevo de gallinas en libertad con verbena y colocada sobre frente y parte de la nariz. En fin, solo quien lo padece ve el maravilloso resultado.
Es curioso haber leído en algún momento en el periódico “El país” afirmaciones de médicos como lo siguiente:
”De hecho, la mayoría de médicos duda de la existencia de la astenia primaveral. "No es una enfermedad, no
hay que ir al médico ni tomar nada. Hay gente que dice sentirse algo fatigada y desmotivada, pero no hay ningún
estudio científico que demuestre su relación con la primavera", afirma Víctor Navarro, psiquiatra del hospital
Clínico de Barcelona. Coincide con él Francisco Camaralles, médico de familia en Madrid y miembro de la Sociedad
Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFyC): "Dudo de que exista como entidad clínica, igual que también
dudo de que exista el síndrome posvacacional. Cierto que uno puede sentirse decaído, pero en todo caso no se
trataría de una enfermedad; como mucho, un trastorno temporal por el cambio de horario o el aumento de la temperatura",
afirma Camarelles.

Lo más viable es que la fatiga se deba a que nuestro cuerpo que todo lo percibe, y lo manifiesta, pero al faltarnos sabiduría sobre ello, debe adaptarse a las nuevas condiciones de luminosidad y de temperatura, a lo que hay que añadir cambios en la humedad y la presión atmosférica. Así como distintos estados emociones, sobre los que podemos trabajar con diferentes métodos como craneosacral, constelaciones familiales, trabajos específicos de chamanismo., anatheoresis, biografía... etc.
El aumento de la temperatura en una época en la que aún no se ha realizado el cambio de armario y se llevan atuendos invernales también puede sumar. Pero de ahí a relacionar esa sensación general con alguna patología hay una distancia enorme. "La percepción sobre la propia salud depende de cada persona", afirma el doctor Camarelles. Hay quien se siente francamente débil ante la somnolencia ocasionada por el cambio horario. Hay quien se siente estimulado ante la luminosidad de las mañanas primaverales.
Habitualmente, el aumento estacional de las horas de luz se traduce en mayor bienestar. "La luz nos estimula; en muchas especies animales y plantas está relacionada con un aumento de la vitalidad, necesaria para la reproducción, el acopio de comida, etcétera", explica Juan Antonio Madrid, especialista en cronobiología de la Universidad de Murcia.
De hecho, la luz es un auténtico sincronizador de todos los ciclos que ocurren en nuestro cuerpo. Unas células especializadas que están en la retina se encargan de enviar información a una zona del cerebro que alberga el reloj que pone en hora los procesos que ocurren en nuestro cuerpo. Es el núcleo supraquiasmático, que se encuentra en el hipotálamo.
Así se desencadena una serie de cambios químicos que afectan sobre todo a la glándula pineal, que hacen que se libere serotonina, conocida como la hormona de la felicidad, mientras que se suprime la producción de melatonina, la hormona que controla la duración y el ritmo del sueño. Para ello la naturaleza nos ofrece tratamientos efectivos, sin daños colaterales, unido a algunas terapias.

La combinación de la llegada de la primavera con otras patologías, sí que puede llegar a ser un cóctel que conduzca al desánimo. La que más, la alergia al polen. Entre un 20% y un 25% de la población sufre rinitis alérgica, según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC). La inflamación que provoca no solo se traduce en un malestar general que puede hacer que se duerma mal, que se esté más irritable y, en definitiva, que se sienta más fatiga y desmotivación. Pero cuando se combinan con otras patologías, a veces, aún sin posibilidad de ser descubiertas, puede presentarse un shock anafilático, debiéndose definir como un fallo circulatorio, que se presenta abrupta y repentinamente, después de la presentación en el organismo de un alérgeno, al cual el panciente está sensibilizado, poniendo en peligro su vida.
En la anafilaxia, la reacción inmunitaria, se extiende a uno o más sistemas orgánicos, respiratorio, vascular, cardíaco, etc.
Algunas investigaciones apuntan a que la propia reacción alérgica y el proceso inflamatorio que implica podrían incidir al mismo tiempo en la producción de algunos neurotransmisores. "Algunas hipótesis indican una relación entre el sistema inmune y la producción de la serotonina", explica José María Martínez Selva, catedrático de psicobiología de la Universidad de Murcia.
Las alteraciones ocurrirían en personas predispuestas, indica el doctor Selva, y añade: "También es cierto que algunos tratamientos químicos, contra la alergia podrían reforzar los sentimientos depresivos", . Por ello procurar aprender técnicas que ayuden a sentir el cuerpo con todos sus síntomas, incluso el dolor es un lenguaje, que si huímos constantemente de sus manifestaciones con analgésicos y otros productos químicos, acabamos con tanta insensibilidad, que meteríamos la mano en fuego, y no nos entererariamos que nos estamos quemando.
Algunas enfermedades mentales tienen también un componente estacional, aunque los estudios que se han realizado hasta ahora tampoco dejan muy clara la relación causa-efecto, apunta el dotor Selva. En los trastornos afectivos, como el trastorno bipolar o las depresiones, la alteración de los ritmos biológicos por el incremento de las horas de luz no siempre funciona como un estímulo.
No nos olvidemos, que la enfermedades de alergías cada vez más abundantes en el primer mundo, es consecuencia de nuestra vida tan artificiosa, apsética, limpia, y sin contacto con animales. Mi generación, y la de nuestros mayores aún recuerdad, los animales conviviendo bajo el mismo techo que los humanos, y comiéndose frutas del suelo... eso nos iba inmunizando, y nos iba ayudándo a adaptarnos a la tierra, pero la vuelta en muchas familias tiene que ser despacio, debido que nuestros hábitos modifican la herencia, y la genética.
Cuando hubo el terremoto en Haití, los niños que comían el pescado que cogían, caminaban descalzos y sin vacunas ni medicinas de ningún tipo, más que sus remedios naturales conocidos por tradicción, tenían muchas más defensas, al medirselas científicamente que cualquier niño vacunado y cuidado excesivamente en el primer mundo.
Y así les dejo con la reflexión profunda, de que unos pueblos aprendemos de otros, y unas generaciones de otras; llegando poco a poco a la sabiduria, sin falsas identificaciones.